"El sueño del ángel", por Jack Farfán Cedrón
ni lágrimas rodaron por sus mejillas,
encarnadas ya para aquella hora,
destella la armonía más perfecta en su arrebol.
No hubo risas;
más sí,
una agradable charla,
en que,
del verbo la luz habita,
y la luz le pertenece a un cuadro,
donde un ángel los imagina.
Inánimes,
caminaron hacia la ciudad
y sus espectros;
y se asieron contra sus cuerpos yertos;
allá donde las almas platónicas,
en comunión con su doble,
se besan,
inventando la inmortalidad instantánea.
Caminaron,
hablando de lo que no existía;
ahora,
en este mundo,
su mundo.
Fue el paseo más hermoso
que habían dado en sus vidas,
en la hora ya sin tiempo que del amor nace,
como brotes o tiernas alas.
Rodeando la ciudad,
como procesión de farolas coloridas;
en medio de la noche impasible,
sin perder sus pasos,
juntos,
como dos almas que se abrazan.
El resto de la historia se la relatan a los colibríes
las almas benignas de los Cedrón,
quienes velan la casa de El Roble,
en Huaquillas.
Pero,
como todo lo bello es efímero,
alguien tocó la puerta.
Se encendió una luciérnaga,
un búho calló,
habitó la fresca
el gallo de las 6 de la mañana.
Y despertaron,
hacia el mar de luces,
donde el pedernal precioso
habita una golondrina que entraña
un diamante en el pecho.
Jack Farfán Cedrón
octubre 26, 2025

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