NEW YORK, SEGUNDA ERA, por Jack Farfán Cedrón

 


Imagen: https://www.clarin.com/mundo/17-anos-atentado-torres-gemelas-identifican-restos-victimas_0_H1pMWOHu7.html


 

Mañana soleada.

La Ciudad Nueva hacia 1973,

por donde pasa el cometa Ícarus,

un día de diciembre,

crea la vaga premonición

de un cataclismo de argenta cabellera.

 

28 años después,

ahora cuantificables por el tósigo,

la desesperanza, el horror;

aquella desgracia,

como profetizada por el Ícarus,

ocurre entre flores y sol,

un día primaveral,

próximo al estado de Connecticut.

 

El secuestro de los aviones caza el aire rarificado,

un 11 de septiembre de 2001.

La caída de Las Torres Gemelas

del World Trade Center,

en Ciudad de Nueva York,

traduce esa peste del odio que nos ve crecer,

nos alimenta, alienta fanatismos,

guarece el animal infernal

que siempre nos habitó:

el odio.

 

Aquel 11 de septiembre,

supongo que más de un muerto

se despidió de su país Alegría,

pero la colisión desgarra;

y ellos, los muertos, ya no cenarán más,

donde sus deudos rondan, vestidos de negro,

y espesas lágrimas de plata

enriquecen escudillas vacías. 

 

El vaho de la guerra,

el vaho del terror,

el vaho de los muros interiores

enceguece los espíritus,

donde siempre estuvo

erguida la miseria de las almas.

 

Ahora escucho Vera, de Pink Floyd

y todo cae desde adentro.

La Ciudad Nueva recrudece,

a pesar de que los muros, ahora,

se tornan invisibles;

pero regreso y todo está ahí.

Los trozos de ladrillo descansan

sobre un escritorio;

un dedo gordo ensangrentado

y amarillo por el tabaco.

Es un hombre que llora su sangre sobre ceniza.

Alguien dijo “wonderfull”, bajo la colisión,

alguien filma la escena por la que recibirá

$16 000 por las imágenes ¾.

 

¡Vera!, ¡Vera!, ¡Vera!,

lamenta Pink Floyd;

alguien deberá derribar The Wall;

alguien tuvo que gritarlo:

¡No más guerras interiores!

¡No más guerras interiores!

¡Abajo los muros interiores!

 

Ahora, la explosión en la pantalla de TV.

Seres de piedra blanden banderas verdes,

las hojas están marchitas;

las flores primaverales están incineradas.

 

¡¿A quién hemos derrotado,

¡por Dios Santo!

 

Nadie podrá calmar la sangre de una canción

triturada entre sesenta y seis mil millones

seiscientos sesenta y seis mil seiscientos

sesenta y seis. Punto nueve muertos,

paracaídas de adioses pañuelos,

que jamás vendrán,

bajo la colisión

profetizada por el cometa Ícarus.

 

Jack Farfán Cedrón


De: Pasajero irreal (2005)

Cajamarca, septiembre 11,2001-mayo 27, 2024

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