¿Dónde está la poesía?, por: Jack Farfán Cedrón


La poesía está donde no están los poetas. Férula para insanos, yace en los mercados del insomnio; acechante, redobla sus tam-tams en las estaciones con escalas polvorientas, en las plazuelas, en el bus, en un taxi; en una biblioteca durante la tristeza que la palma de la mano bate, como diciendo adiós. El que se queda lleva la peor parte. Temblándole los labios, es la misma poesía una persona a la que no se le disipa la tristeza. Pero la poesía, animal ubicuo, agazapado, camuflado, acechante; ora con aplomo, ora una entelequia, no es lo que vuestros ojos ven, sino lo que están a punto de evidenciar. Repta bajo los alféizares, bebiendo de la Luna, cuya luz entra por la ventana; baña al soñador, se embelesa con el “Ave María” de Schubert, corre hasta el cansancio con “El Rapto de las Valkirias” de Richard Wagner. Poesía que no llegas a tiempo, que te escabulles entre tantas muchedumbres. Santa, a ratos, cuestionable por los cuerdos; santuario de los pobres poetas donde se pierden, de tanto andar en círcu
los, o nadando alrededor de aguas procelosas, de estanques pútridos donde se cuecen los proyectos truncos, o también los sueños realizados. A ratos te pierdes, te mezclas con la gente, te mimetizas, te vuelves lirio rebrotado dentro de un copón lleno de agua. La poesía es un espectro que, óyelo bien, florece donde no están los poetas.

[marzo 20, 2025]

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