"El mandhala de los signos": Biografías sintéticas, por: Jack Farfán Cedrón

 


Presentación del libro: El mandhala de los signos:
Biografías sintéticas

 

Jack Farfán Cedrón, agosto 31, 2023.

VIII Feria del Libro de Cajamarca: Felicaj. 

 

La biografía es el arte de narrar una vida; de trasvasar los hechos históricos, para ensalmarlos en ficción universal; es “la autobiografía de la humanidad”, según Raymond Aron (Filosofía crítica de la historia, 1938). El cuerpo virtuoso de una biografía, podría, como no podría, pasar por estados meta narrativos de ficción; pero, es la biografía un compendio de virtudes, no exentas del arte narrativo del biógrafo. Podríamos, por ejemplo, narrar una vida, un destino, en una sola noche, obviando todos los sucesos baldíos, diarios, que no dan al hecho biográfico más de una bitácora ritual del día a día. Es una figura heroica, un trasvase moral, la biografía; un hecho anecdótico, el retratar hechos célebres por los que ha pasado la vida del protagonista. “Bío-grafía. Escritura viva y múltiple ficción lógica” (Phillipe Sollers; 1938). Una vida que nos muestra las peripecias por los cuartos que conectan hacia una amplia certeza, de que la biografía, finalmente, es saber a ciencia cierta, quién uno es (parafraseando en palabras borgeanas). Exhumar fuentes, sacrificar la propia vida como un héroe inmolándose por su patria, en pos de esa otra vida biografiada, que le otorga valor a la propia, que la emula; una vida en pleno sacrificio por otra vida; que exhuma todas las fuentes, todos los archivos, notas, diarios que haya que hurgar, para rehacer otra vida, desde el espejo de la sombra suya. Comparado con el cansancio de un atleta; la vida del biógrafo es dura tarea, y no reside solamente en el agotar todos los recursos de los que echa mano; sino en describir trechos, en degustar el recorrido, a pesar de estar exhausto. Ahí que, el recorrido, tanto como el descubrimiento de espacios de aire magnífico, es la tarea del biógrafo. No hagamos mella en la figuración de una vida, que, al estilo francés, reinventa, no con la precisión de los datos, la documentación obsesiva; el viajar, atravesando reinos, para registrar como un escribano, hallazgos, del cuasi día a día, del biografiado. Y es que la biografía se me antoja ser el recorrido minucioso, por esa fuente manando ficticia, por los reinos universales de la historia personal, que lejos de tergiversar las cosas, las embebe de una atmósfera casi literaria, de un levantar la tea virtuosa del protagonista, para inmortalizarlo con una vida celebérrima, nueva. Para Roger Dadoun (Logiques, 1968), citado por François Dosse, en El arte de la biografía, p. 18, el biógrafo, en venganza del biografiado, “llega a estar poseído por su sujeto”, de tal manera que hay una empatía especial entre biógrafo y héroe literario. Durante esta atmósfera de investigación y de ficción, el biógrafo es incapaz de discernir entre el fuera y el dentro; por ese estado empático a que llega, por ese ensalmo de entrar en la otra persona; el imposible discernir entre realidad histórica, cualidad moral, dotes artísticas y rituales que el día a día otorga a la biografía: ensalmo de realidad universal a que se ven expuestas las abscisas de lo biografiado, “bajo la piedra de él, la placa del yo”, susurra Roger Dadoun, citado por Dosse. Amo de ese juego, una suerte de poseerse en el otro, el biógrafo, según Dadoun, asegura su “presencia de su identidad de biógrafo” (François Dosse, p. 12). Como Prometeo, el biógrafo, en su ambición desmedida, comete la maravilla de infundir nueva vida en su biografiado; y, al estilo de Michelet, el biógrafo es un demiurgo, cuyo arrebato va más allá de arrojar la piedra; y, como un condenado Sísifo, a caer interminablemente, seguir hurgando en su elegido, buscando infundirle una célebre, paradigmática, universal, nueva vida a su elegido. El ipse, el sí mismo, convertido en un yo, que, a través de la movilidad, como parte de una empatía, que parte del yo y que recrea un nuevo yo ensalmado en estas dos personalidades, es lo que da a luz el arte de la biografía. Pero, en arrebatos pasionales de biógrafo, habrá que saber mantener cierta distancia, para no “perder rumbo” (Dosse, 2007; p. 12). Claude Arnaud, citado, también, por Dosse, delimita en el biógrafo un “comportamiento antropófago”; un otorgarle tumba meritoria en el parnaso de célebres desaparecidos al héroe muerto.

Las vidas de los héroes son vidas novelescas. Y ese navegar por las mismas, es el oficio del biógrafo. Él las elige; y al final termina siendo inmolado, a la vez que tragado por esas vidas, en una suerte de doblarse hacia el otro; asaz sincronía empática por el otro.

 


El mandhala de los signos

Sinopsis

 

 La palabra mandhala sugiere mundos disímiles, diversos, multiformes, caleidoscópicos, fascinantes. Estos mundos se pintan con símbolos, que no son otra cosa que las palabras, el verbo con que fulge la sonoridad memorial de los mundos literarios.

Desde tiempos remotos las narraciones épicas y los poemas se han narrado a través de la oralidad. Es con la escritura, con que estos mundos se han plasmado en diversos géneros literarios; entre ellos, los más multidisciplinarios: la reseña, el artículo, el ensayo y la biografía literaria.

El mandhala de los signos, a caballo entre la biografía y la reseña literaria, de algunos escritores, cuya posteridad ha llevado a la crítica a ensalzarlos a través de la descripción elogiosa de su obra y las vicisitudes de quien las vivió y las escribió.

La reseña literaria, ese híbrido entre crítica literaria, resumen del libro y recorrido vital del perpetrador de la historia, es también biografía, carrera del agua hacia el mar de la sabiduría. El libro no muere, si aparte de deleitarnos con su lectura, tomamos notas de este sabio inmortal de lomo de sagradas escrituras.

Compartimos un pasaje, un verso, un fragmento. La tarea de esgrimir una puesta en acción crítica nos desliga del lector pasivo y nos convierte en lectores activos, críticos de nuestras propias lecturas, de lo que el autor ha querido decir con este legado literario.

Un dechado admirable de la biografía sintética y de la reseña literaria, es el estilo enciclopédico, conciso y lúcido que legó Jorge Luis Borges; a su vez aprendido de la famosa Enciclopedia Británica.

En El mandhala de los signos se ha abordado con mucha pasión, por citar algunos ejemplos, la pulcra Autobiografía, de Jorge Luis Borges, repasada y releída con el mismo gusto de un amanecer en alguna vida remota; o el azaroso exorcismo vital de un genio universal: Fiodor Dostoievski. El tesón literario e invencible de un Ernest Hemingway; quien, con el transcurso de los años se ha vuelto ya un clásico del cuento. Dueño de una técnica de la palabra precisa, el choose the fact, con el que el periodismo proa las abscisas del acontecer en la vigilia de los hombres. El mundo plagado de sufrimientos del gótico sureño de William Faulkner y la polifonía de sus personajes. El mundo alucinado y maravilloso del mayor poeta surrealista latinoamericano: César Moro. Y por qué no loar la última colección crítica de Mario Vargas Llosa: Medio siglo con Borges (Alfaguara, 2020): cadete aplicado de la novelística mundial, Premio Nóbel de Literatura, en 2010: ¡a tiempo! 

Más de una década no suma las maravillas que he paladeado al esgrimir estas biografías. Reseñas de largo aliento, opúsculos anecdóticos; breves paseos biográficos, a manera de artículo, de chasco, de fanfarronería. Un paseo a lo Sancho, por el empedrado camino a un infiernillo sagrado, que es de lo que consiste gozar la vida a literatura batiente:

“En algún lugar de un libro hay una frase esperándonos para darle un sentido a la existencia”. (Miguel de Cervantes Saavedra).

La paciencia es madre de todas las maravillas; y ello, aunado a un arduo como minucioso trabajo de reseñista ad honorem y héroe-aprendiz de biógrafo; que, incansable, enviaba sus manuscritos a cuanto blog o revista virtual alcanzaran sus manos de pulpo; y, en rarísimos casos, medio impreso, sus reseñas o biografías, ha dado buenos frutos:

William Faulkner, Ernest Hemingway, James Joyce, Jorge Luis Borges, Fiodor Dostoievski, César Moro, Emil Cioran, Henry Miller, Julio Cortázar, y ¡Mario Vargas Llosa!, son los afamados escritores aplaudidos en este libro, que con la pasión y la mesura de un experto cirujano bibliófilo ha entretejido este híbrido entre recorrido vital, lleno de anécdotas literarias y la pasión por la lectura, un largo y variopinto resumen caleidoscópico, un mandhala literario de signos mágicos.

Arduos años de trabajo intelectual y agradables lecturas: reseña, biografía, crítica, ensayo, un recorrido por fascinantes novelas de soñadores quijotescos. Una vasta hemeroteca: mundo-mandhala que entrañan las ficciones, entre otros textos; conforman este compendio literario que, espero, sea leído con la misma pasión con la que fueron leídos y amados estos diez genios de la literatura universal.   

 

Referencias

 

Dosse, François. El arte de la biografía: entre biografía y ficción. Universidad

Iberoamericana, A.C., Ciudad de México, 2007. 450 págs., pp. 15-19.

 

Farfán Cedrón, Jack. El mandhala de los signos: biografías sintéticas.

Cabuyal Editores, 2023. 100 págs., pp. 3-4.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

"La muerte inevitable de la memoria", prólogo a EN EL REINO DEL SOL MORIBUNDO, de Javier Farfán Cedrón

La 'música de cámara' de "Catorce Piezas", reseña del libro de cuentos de Javier Farfán Cedrón

El triste oro del tiempo, by Jack Farfán Cedrón