"Una sinfonía de palabras para ti", de Manuela Serrano Ruíz

                            M a n u e l a   S e r r a n o   R u í z

Una sinfonía de palabras para ti



(Castilla Ediciones, España, 2022)

 

Escribe: Jack Farfán Cedrón


Aquella tarde fuimos a reencontrarnos luego de varios años: Manuela Serrano, autora del libro Una sinfonía de palabras para ti (Castilla Ediciones, España, 2022).

Por una herencia de nuestros antepasados más longevos, estuvimos felices, Manuela, Carmen, Eva y Socorro, en la casa verde, como bien lo acuñó uno de los hijos de Socorro. Al fondo un frondoso matico (Piper elongatum), y un Rufus (o algo así), perro enfurecido dentro de un cuarto.

Me explicaba Manuela, que todas las palabras aquí construidas obedecen a una especie de orquestación de la palabra recordada, que musicaliza a través de su concatenación, de párrafo a párrafo, de bloque narrativo a bloque, lo que enladrilla los ocho capítulos de mediana factura que encadenan estas memorias, que en paralelo sitúan también la de su hermano Jesús, desaparecido durante la pandemia, hace más de dos años.

El libro narra desde que el hermano era un crío y Manuela una niña, de cómo pasa por la escuela, los juegos escolares, las carreras por campiñas y lomas; río de fondo, el Pisuerga.

Se detiene un poco más en los años superiores, en que narra también cómo la enfermedad fue mellando la salud a su, aún joven padre, desde edad medio temprana. Una etapa muy difícil, pero no del todo superable.

La música que entraña esta memoria escrita, no del todo hereda la buena práctica mnemotécnica que Manuela ha ensayado y sigue escribiendo durante todos sus años de vida, en un cuaderno, o quizá en varios, sus andanzas por Perú y otras ciudades latinoamericanas. Mujer de fuego, que resiste como las higuerillas, en los fondos más agrestes de esta salobre tierra de padecimientos.

Es una idea portable escribir y llevar un diario; en realidad casi todos los escritores llevamos uno; y si lo olvidamos, la capacidad mnemotécnica del verso y de ideas sueltas para la prosa, nos descubren un desarrollo de la historia, llegando a casa. Esto es, que el verso, como digo, se podría llevar en la punta de la lengua, hasta llegar a casa y desarrollarlo en un hermoso poema.

No menos difícil que recordar lo escrito en sueños, sobre el nubarrón que deslíe lo recordado, es llevar un diario.

Recordemos que desde un diario partieron grandes historias (cuentos de Kafka, poemas de Pizarnik, tentaciones del señor Ribeyro, por citar algunos).

Anotaciones de frases agradables, que durante una vida o un instante han acallado en nuestra memoria para dar “sentido a la existencia”: reconozco aquí la pluma cervantina. Pues leer no es lo opuesto a escribir sino su bello complemento.

Los lectores activos, propalados en la Teoría del Túnel, de Julio Cortázar, en estos tiempos convulsos, escasean cada vez más, dada la manía de acumular información sin leerla, o apenas revisarla.

Acumulamos cosas, acumulamos información; libros electrónicos, para ser específico, música, películas, cuando deberíamos vivir “la fugacidad del instante” [como la novela largamente esperada de Miguel Falquez Certain].

Pero no nos resta mucho tiempo para leer toda esa Biblioteca de Babel vaticinada por Borges. Especies de cámaras enterradas que almacenarían información durante siglos, salvadas de la intemperie, del fuego o de esos desquiciados nerones, argos de la quemazón intelectual a mansalva; o para remontarnos a estos tiempos, no ya la censura, malhadada en un tiempo y hoy convertida en monopolio editorial, para inflamar los arcos certeros de los escribas autopublicados. Para muestra un blog, una fanpage, entre otras procelosas redes sociales, herederas de una piara fangosa, donde, dichosos, nos revolcamos en nuestras propias babas.

Manuela Serrano Ruíz vino al Perú en 1999, o quizá antes. Rememoro un happening donde cada actor formaba parte del público y viceversa. Un transeúnte se detiene en la Calle Atahualpa, tímidamente ingresa al recinto, masculla un francés bien cuidado; llega desde un París remoto, a Ciudad de Espinas. En el mismo recinto el gabardinado y aguileño muchacho pone en escena una carta de Vallejo a Óscar Imaña: Guerrero de Luna, desde otra eternidad tira el pucho reincidente, quizás, ladren, Sancho. La señal. Música de los dedos secretos auscultando toda posibilidad remota. Cada cierto tiempo retrocedemos al pasado para extraer agua del pozo alumbrado por una luna tatuando estrellas, quijotes de alambre.

Quizá esta sinfonía de memorias ha hecho crecer a Manuela; de hecho, esta Peste nos hizo crecer, o al menos, cambiar de nuestra zona de confort hacia un castillo espinoso donde nos curábamos de nuestros dolores y donde nos alcanzábamos platos de sopa para saciar el hambre de espíritu, enfermos del cuerpo.

Es casi seguro que Manuela, nuestra querida Manuela de Valladolid y de Perú, siga acercándonos entre nosotros: un grupo de amigos que se hermanan a su alrededor, que se leen sus poemas y departen un agua con duro mendrugo, que al menos nos acercó un poco, ya pasada la tormenta; como por ese sagrado magnetismo acaecido en las montañas, que si no nos acerca, al menos nos energiza para sentir contacto con la Pacha Mama, en una aurora prometida.

Algo nos enciende cuando llega desde Valladolid nuestra Manuela. Pero se nos seca el gaznate y bebemos un vago vino para no tiritar, por las tardes tertulianas.

Las mandarinas han caído, Tertulianos. La fronda de matico es un símbolo allá tan cerca y acogedor en la casa verde, que la Peste se va retirando de esta era; de hecho, la hemos hecho sufrir, porque la hemos echado a vinzazos de esta tierra celeste, la hemos hecho temblar, porque hemos sobrevivido, felices al temporal o al mal sueño.

Y quizás, lo único valedero y entrañable que nos llevemos a no sé sabe dónde, no sean más que recuerdos; en sí, altos y extensos como un sol inalcanzable. Pero jamás envidiará nuestro corazón redoblante, a la luz del sol; ni siquiera a la luz de la vigilia, porque, corazonmente, latimos bien fuerte nuestra propia luz en el otro ser necesario.

 

Septiembre 19 y 27, de 2022.

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