EL FUEGO DE LA EXISTENCIA, by Jack Farfán Cedrón

Imagen : William Blake N ingún intelectual se debe a su terruño, ni a su morada o a su patria; no a las babas del reconocimiento; no a los lectores que nunca opinan un carajo, ¡no! Los intelectuales no se deben, en suma, a nadie, excepto a su trabajo. De seis a seis, sin excluir domingos. Mientras haya incendios, inundaciones, terremotos, bombardeos, deslizamientos, política; antes, mucho más debe trabajar, como un negro el intelectual. Las pocas horas que le restan del trabajo con el que se gana la vida; esas, debe aprovecharlas a toda máquina. Aquí, en esta dura pelea de natos escritores y máquinas pensantes no hay tregua, no hay descanso, no hay padrinos, no hay vara. Ni siquiera hay un plato rajado en que beber agua, como gato; o beber la luna de agua sobre el plato lechero. Si te atrofias como un nigromante, encerrado en la cueva de las sombras etéreas, ese no es problema de los otros; es sólo tu problema. La vida bulle, quema, arde, se i...